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28 de enero de 2016

El lenguaje inclusivo debe ser para todos Y TODO. ¿O no?

Jóvenes y jóvenas: este mañano y esta mañana tuve un epifanío y una epifanía: ¿por qué estamos procurando asignar género y génera a todos y todas los y las palabros y palabras referidos y referidas a personos y personas, más no a los ni las demós y demás? ¡Qué discriminación y discriminaciona! Desde ahoro y ahora, deberemos asignar y utilizar géneros y géneras para todos y todas los y las vozos y voces que utilicemos. Así, en vez de decir «Pagué por los dos libros con tres billetes y me fui de la tienda hojeándolos con interés.», deberemos decir «Pagué por los dos y las dosa libros y libras con tres y tresa billetes y billetas y me fui del tiendo y la tienda hojeándolos y hojeándolas con interés e interesa.».

El siguiente y la siguienta paso y pasa será definir y difundir nuevos y nuevas formos y formas de conjugar los y las verbos y verbas que incluyan el género y la génera porque, como habrán notado en estos y estas párrafos y párrafas, este y esta evidente y evidenta deficiencio y deficiencia idiomático e idiomática afecta de grave y grava manero y manera a los y a las debidos y debidas comunicaciones y comunicacionas entre todos y todas los y las chilenos y chilenas, amén y amena de extranjeros y extranjeras y apátridos y apátridas.

He dicho (y dicha).



Tras décadas, los gringos finalmente lograron entender que el uso de términos políticamente correctos NO funciona para disminuir el racismo, pues (al revés de lo que se pretendía) esa condición base tiñe a los términos "sanos" que se inventen, adquiriendo estos las connotaciones negativas indeseadas y requiriendo un posterior reemplazo, lo que ha dado lugar a lo que se denomina «molino de eufemismos» ("euphemism treadmill"): "nigger" es racista, así que di "black"; "black" ahora es racista, así que di "colored"; "colored" ahora es racista, así que di "African American"... etcétera. Para combatir el racismo, no sirve forzar el uso de ciertas formas en el lenguaje.

Dicen que una persona inteligente aprende de la experiencia propia, y que una sabia aprende de la experiencia ajena. Pues bien, en Chile ciertos sectores de gobierno decidieron combatir el sexismo forzando el uso de ciertas formas en el lenguaje, y ahora tenemos que aguantar esa ridiculez que llaman "lenguaje inclusivo".

El así llamado "lenguaje inclusivo", y que en realidad debe ser denominado «lenguaje desdoblado» es una peste majadera, y el Estado debería dejar de promoverlo en pos del combate contra el sexismo, pues simplemente no va a funcionar, como la experiencia estadounidense muestra. No solamente no funciona, sino que además estorba, pues dificulta la comprensión del texto que se está leyendo o escuchando. No es por nada que la Real Academia Española ha criticado esta práctica en términos claros e inequívocos, en su documento Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer.

Dicho eso, una cosa es que esta peste majadera esté presente en discursos sin significado, atiborrados de lugares comunes y que en último término son completamente irrelevantes, como los que da cierta persona actualmente en la jefatura de Estado (llega a dar a ratos la impresión de que el lenguaje desdoblado es utilizado como relleno, para alcanzar la longitud deseada de esas chácharas); otra muy distinta es que haya que lidiar con ella (la peste majadera, no esa persona en particular) en situaciones en que semejante estorbo es asaz indeseable, como en avisos durante una emergencia (por ejemplo: twit de la ONEMI #1; twit de la ONEMI #2), o en la redacción de leyes (como las que establecen el Día Nacional del Niño y Niña Prematuros, el Día de los Sewellinos y Sewellinas, el Día de los Chuquicamatinos y Chuquicamatinas, etcétera). El documento ya citado de la RAE critica duramente la constitución venezolana por el mismo problema.

Y todo esto es antes de considerar usos errados derivados de un celo excesivo en el desdoblamiento; en Venezuela, donde el gobierno totalitario local utiliza esta peste majadera a todo dar, ya se han visto casos de funcionarios gubernamentales diciendo brutalidades como "atleto" y "periodisto". Quien escribe suele decir, socarronamente, "jóvenes y jóvenas"... pero da susto pensar que no va a faltar quien recurra al mismo desdoblamiento en serio.


Hay quienes critican a quienes despreciamos a este uso abusivo del lenguaje desdoblado con argumentos fraudulentos y deshonestos como "lo que pasa es que eres sexista", "tú fuerzas a la mujer a ser invisible" y otros absurdos ataques ad hominem que no hacen sino demostrar que estas críticas son falsas y que quienes las blanden carecen de argumentos serios.

Ahora bien, sí que hay ciertos cuidados que se deben tomar: el documento ya citado de la RAE pone a «Los directivos acudirán a la cena con sus mujeres.» como un ejemplo de frase innegablemente sexista, que ciertamente debería ser reemplazada por «Los directivos acudirán a la cena con sus cónyuges.», mas no por «Los directivos y directivas acudirán a la cena con sus mujeres y maridos.», como la usanza local preferiría. Por otro lado, quien escribe fue quien empezó en 2004 (varios años antes de que la peste majadera apareciera en nuestro país) a utilizar la frase «los verdaderos hombres y las verdaderas mujeres» en reemplazo del original «los verdaderos hombres», pues ésta última hace referencia a «hombre» en el sentido de «persona masculina» y no de «miembro de la especie Homo Sapiens Sapiens», y que por lo tanto califica como sexista.

Como se muestra en el ejemplo del anterior párrafo, a veces es conveniente utilizar lenguaje desdoblado, pero no todo el tiempo, como se está haciendo actualmente.

Ah, perdón...

Como se muestra en el ejemplo y la ejempla del anterior y la anteriora párrafo y párrafa, a veces y a vezas es conveniente y convenienta utilizar lenguaje y lenguaja desdoblado y desdoblada, pero no todo el tiempo ni toda la tiempa, como se está haciendo actualmente y actualamente.  ಠ_ಠ

4 de marzo de 2014

Propina obligatoria pero voluntaria: la ley 20.729 es la expresión más pura de la estupidez legislativa.

Hoy 4 de marzo de 2014 se ha publicado la ley 20.729, que «establece obligaciones relativas a la propina en restaurantes, bares, pubs, clubes, discotecas y similares». Esta ley es relativamente simple: añade un artículo nuevo al Código del Trabajo, que dice:

Artículo 64.- En los establecimientos que atiendan público a través de garzones, como restaurantes, pubs, bares, cafeterías, discotecas, fondas y similares, el empleador deberá sugerir, en cada cuenta de consumo, el monto correspondiente a una propina de a lo menos el 10% del mismo, la que deberá pagarse por el cliente, salvo que éste manifieste su voluntad en contrario.

Esta ley es prueba definitiva de que tenemos legisladores que no son simplemente inútiles, sino que derechamente dañinos.

Recordemos, antes de continuar esta diatriba, que quien escribe no es abogado. Recordemos también las sabias palabras de Maximilian Vandervere: no necesitas poner un huevo para poder oler uno podrido.

En Chile existe la ubicua costumbre de dar un 10% de propina a los camareros y demás personal que atienda al público en los restaurantes, bares, etcétera. Ésta expresa la gratitud del cliente por una buena atención; de hecho, ese 10% es un porcentaje base — si la atención es excepcional, la costumbre dicta dejar más... y si es mala, dejar menos, e incluso no dejar un solo peso si uno ha sido muy mal atendido.

Inicialmente, la propina fue voluntaria, pero durante bastantes años la ley la hizo obligatoria... situación que afortunadamente dejó de ser el caso hace varias décadas. En estos últimos años y hasta ayer, la propina era estrictamente voluntaria (como nunca debió dejar de ser). Ahora, en cambio, la ley dice otra cosa... pero en realidad no.

Por costumbre (algunos piensan que mal hábito), muchos restaurantes incluyen un mensaje de "propina sugerida" en la boleta. La nueva ley hace esto obligatorio. El pago de la propina, en cambio... no lo es. Primero la ley dice (con una redacción deficiente, aunque inteligible) que el cliente debe pagar la propina, pero inmediatamente después dice que a menos que no quiera hacerlo.

Si el cliente quiere pagar, debe pagar. Si no quiere pagar, no debe pagar.

¿En qué cambia esto la costumbre? La propina sigue siendo voluntaria.


El Código Civil nos dice que la ley es una declaración de la voluntad soberana que, manifestada en la forma prescrita por la Constitución, manda, prohibe o permite.

Obviando la disposición de indicar la propina sugerida en la boleta (norma que existe sólo en función de la siguiente, el pago de la propina), esta ley no manda, no prohibe ni permite nada. ¿Qué sentido tiene una ley que no hace ninguna de estas tres cosas?


Esta ley, en rigor (y, de nuevo, obviando la línea adicional en las boletas), no cambia nada, pero sí da pie a situaciones confusas que se pueden prestar para abusos:


  • La propina "sugerida" es de al menos 10%. ¿Qué pasa si un restaurante decide sugerir una propina exageradamente alta?
  • El cliente debe "manifestar su voluntad en contrario". ¿Se debe entender implícitamente por el solo acto de dejar una cantidad de dinero menor a la sugerida? ¿Podría un camarero fresco amenazar con llamar a Carabineros de Chile para que arresten al cliente, por "infringir sus derechos laborales"?
  • Curiosamente, este problema se puede invertir: si el cliente deja, digamos, el 15% de propina sin decir nada, ¿puede el empleador asignar sólo el 10% previamente sugerido al camarero y guardarse el 5% restante?


Es una pena que la total carencia de sentido común no sea un motivo valedero para anular una ley.


Más de alguien dirá ahora algo como «¿Y qué importa si la ley está o no?». Bueno, recordaré otra sabia frase, esta vez de Montesquieu: las leyes inútiles debilitan a las necesarias.

La ley 20.729 es perfectamente inútil, pues no conduce (en el mejor de los casos) a nada y no tiene efecto alguno (salvo encarecer marginalmente las operaciones de los restaurantes, bares, etcétera).

Nuestros legisladores, al aprobar ese proyecto de ley (y el ejecutivo, al abstenerse de vetarlo), han debilitado a la Ley.


Por todo lo anterior, propongo que la ley 20.729 sea declarada como la unidad patrón de la estupidez legislativa. Cuando veamos un proyecto de ley estúpido, podremos compararlo con éste y determinar cuántas unidades de estupidez contiene.


He dicho.