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28 de febrero de 2014

Canto del teclado para verdaderos hombres.

Canto del teclado para verdaderos hombres.


Modelo M.
Verdadero teclado.
Qué maravilla.

En él tipeo.
Lo hago con frecuencia.
Día tras día.

Es resistente.
Pesado y ruidoso.
Grande, potente.

Su gran secreto.
Todos esos resortes,
Independientes.

Hay quien lo odia.
Que se joda y calle.
Es adorable.

Aguanta todo.
Es a prueba de agua.
Durará mucho.

Duros resortes
Evitan el cansancio.
¡Contraintuitivo!

Muy duraderos.
Sobreviven al dueño.
¡Qué gran herencia!

Siempre dispuesto.
Mi teclado en ristre.
¡Da gusto usar!

Qué inútiles.
Los teclados baratos.
¡Éste es mejor!

¡Ya! No más haikus.
Me conminan a parar.
Jugaré Minecraft.

26 de febrero de 2014

Canto del calor de verano.

Canto del calor de verano.


Día y noche.
Altas temperaturas.
Maldito calor.

Calor y sudor.
Qué horrible verano.
No puedo dormir.

Catorce horas.
Estos días son largos.
Las noches, cortas.

Quiero largarme.
¡A Villa Las Estrellas!
Nieve por doquier.

Treintaitrés grados.
Calor insoportable.
Quiero helado.

No hay helado.
Ya me lo comí todo.
Iré a por más.

Es demasiado.
Calle como infierno.
No puedo salir.

Comeré hielo.
El congelador tiene.
Algo es algo.

Refrigerador.
Me metería ahí.
Pero no quepo.

¡Oh, invierno!
Yo te extraño tanto.
Quiero que vuelvas.

Busco el frío.
Difícil de encontrar,
En estos días.

Verano largo.
No termina en marzo.
¿Cuándo te irás?

Ninguna lluvia.
Nada nuevo en eso.
Y las nubes, ¿qué?

Nube aislada.
Pasea por el cielo.
No hace mella.

Quiero que llueva.
Medidas extremas, ¡ya!
Lavo el auto.

No pasa nada.
Forcé la ley de Murphy.
He fracasado.

Busco piscina.
Una fría, techada.
¿Dónde hay una?

Sigue el calor.
Aguanto con paciencia.
¡Un ventilador!

30 de enero de 2014

Haikus terapéuticos.

Hay una famosa frase que dice que escribir es fácil: basta con sentarse frente a una máquina de escribir y empezar a sangrar (“There is nothing to writing. All you do is sit down at a typewriter and bleed.”). Este refrán suele ser atribuido a Ernest Hemingway, pero en realidad tiene una historia bastante compleja.

Últimamente he estado escribiendo cuentos cortos de ficción, en distintos subreddits (y generalmente con cierta cantidad máxima de palabras preestablecida), para ir plasmando algunas de las ideas que han estado dando vueltas dentro de mi cabeza durante semanas, meses o incluso años. Sin embargo, faltaba algo importante: ventear algunas de mis frustraciones y otros problemas que me aquejan. Uno, en particular, bastante serio, creció y creció, y tuve que sentarme a escribir acerca de éste. Por supuesto, como toda persona normal haría, en vez de redactar una densa diatriba en que despotricara contra este problema, decidí escribir haikus al respecto.

Como toda persona normal haría. Por supuesto.

Los haikus son una forma de poesía, originaria de Japón, en que se forman tres frases, de cinco, siete y cinco sílabas respectivamente (y que no necesariamente deben rimar); suelen recitarse en forma pausada y la temática generalmente tiene que ver con la naturaleza.

... digamos que innové respecto de la temática.

Durante el trabajo de varios días que implicó resolver ese problema en particular vi muchas cosas increíbles y sentí fuertes emociones. Fue un interesante ejercicio plasmar todas ellas en un medio escrito, intencionalmente limitado; en vez de despotricar interminablemente acerca de algo, al forzarme a expresar cada concepto en unas pocas palabras, pude exponerlos todos en un estado extrañamente depurado. Al haberme obligado a escribir poesía en vez de prosa, el usual componente diatríbico de mis reclamos quedó reducido: mis quejas quedan expresadas igual de bien en el corpus completo.

(otro interesante efecto de este exorcismo poético es que mi mente ahora está un poco más despejada, y están empezando a surgir nuevas ideas para cuentos cortos, especialmente de mi género favorito, la ciencia ficción; a ver qué sale de todo esto...)

Inicialmente publiqué todos estos haikus en twitter, llevando a algunos de mis amigos a pensar a que definitivamente me había chalado; unos pocos, que sabían cuál era el motivo para ellos, se reían. Con todo, fueron bien recibidos (e incluso recibí un desafío para escribir cierto tipo de haiku, que acepté y conseguí). Posteriormente, recolecté todos esos haikus y los dejé guardados; valen la pena ser leídos, pero voy a dejar que pase un buen tiempo antes de publicarlos de nuevo.

Por otro lado, agarré papa con esto de los haikus, y escribí otros acerca de otros temas. Estos sí pueden ser publicados ahora...