17 de septiembre de 2013

¡No más cambio de hora en Chile!

Siempre he tenido la sensación de que el cambio de hora es un "golazo" del tal William Willett. Tal vez en su época se haya justificado vagamente hacerlo, pero los ahorros energéticos que se producían en esa época ya no son (proporcionalmente) los mismos y el trabajo que requiere el cambio es mucho mayor ahora que antes.

Antiguamente, bastaba con que cada persona ajustara su reloj en una fecha predeterminada y ya. ¿Hoy? Sólo en mi casa, debo cambiar la hora de (o verificar que se haya hecho el cambio correctamente):

  1. Dos relojes.
  2. Un reloj despertador.
  3. Seis computadores.
  4. Un horno microondas.
  5. Un DVD.
  6. Un VCR.
  7. Una consola Wii.
  8. Cinco cámaras digitales.
  9. Tres smartphones.
  10. Una grabadora de voz.
  11. El reloj de mi hijo.

Por fortuna, aún no he cambiado los televisores antiguos; cuando lo haga, tendré que añadir dos televisores a esa lista.

A eso hay que añadir las llamadas telefónicas de parientes (una vez que te conviertes en el pringao, siempre serás el pringao) que no saben cambiar la hora ni a cuál huso horario hay que moverse, los problemas con las agendas, los líos que trae cambiar las reglas sobre el cambio de hora a último minutos, etcétera.

Y hay uno más que me tomó por sorpresa: la transferencia de archivos vía pendrive. Los computadores que tienen Windows utilizan el sistema de archivos NTFS para los discos duros, pero se recurre a FAT o FAT32 para los pendrives. NTFS almacena la fecha y hora de un archivo incluyendo el huso horario, por lo que se mantiene correctamente a pesar del cambio de hora... pero FAT sólo almacena la hora local. Si se transfiere un archivo de un computador a otro vía pendrive, la fecha/hora quedará cambiada.

En vez de corregir esto haciendo que todos los aparatos electrónicos sean capaces de conectarse a un servidor NTP, la verdadera solución es acabar de una vez por todas con el cambio de hora.

He dicho.

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